enero 19, 2025
La residencia del embajador argentino en Caracas: un refugio bajo asedio
Medios relacionados – Últimas noticias

En la tranquila y desolada residencia del embajador argentino en Caracas, los días transcurren sin las habituales actividades diplomáticas ni los sonidos característicos de la época navideña. El único sonido que rompe el silencio es el zumbido ocasional de un pequeño generador diésel que los refugiados políticos encienden dos veces al día para cargar sus teléfonos. Además, la mansión permanece inmóvil, como una prisión descomunal en la que vive un puñado de personas.

En lugar de diplomáticos, el complejo alberga a cinco miembros del equipo del líder opositor venezolano María Corina Machadoquien solicitó asilo político en marzo. Han estado bajo custodia diplomática allí desde entonces, mientras enfrentan un aislamiento cada vez mayor y lo que describen como “tortura mental” a manos de las fuerzas de seguridad venezolanas.

Una vida bajo vigilancia constante

el asilo Omar GonzálezEl hombre de 74 años denunció en una rueda de prensa virtual que la presión sobre ellos había aumentado en las últimas semanas. “Estamos bajo vigilancia constante, vigilados por drones y francotiradores. «Nadie puede visitarnos sin permiso y el daño psicológico y espiritual que sufrimos es inmenso», afirmó.

La residencia, ahora bajo custodia diplomática brasileña tras la expulsión de diplomáticos argentinos, estaba rodeada de puestos de control de las fuerzas de seguridad venezolanas. Aunque las autoridades no entraron al edificio, la valla se hizo cada vez más estrecha con el tiempo. Según el grupo, la presión alcanzó nuevos niveles cuando la compañía energética estatal cortó el suministro eléctrico al edificio el 26 de noviembre. Desde entonces, el generador diésel ha sido su única fuente de energía, limitada a unas pocas horas al día.

El Secretario General de la Organización de los Estados Americanos, Luis Almagropublicó recientemente una foto de un presunto francotirador monitoreando la residencia desde un árbol cercano, lo que ilustra el nivel de control que ejerce el gobierno de Nicolás Maduro sobre el sitio.

Refugiados: activistas en peligro

El grupo de solicitantes de asilo, integrado por activistas y colaboradores de Machado, asevera que su “único delito” fue la lucha por una Venezuela libre. Entre ellos Omar González, Magalli Meda, Pedro Urruchurtu Y claudia macero Han compartido detalles de las duras condiciones que enfrentan en la residencia.

“La electricidad es nuestro mayor problema. “No podemos salir a cargar el teléfono ni ir al baño si el generador no funciona”, explica Meda, quien también señala que el suministro de agua depende de un pequeño tanque que sólo se puede bombear cuando el generador está encendido. en es.

Para hacer frente al aislamiento, Meda, diseñador de profesión, ha encontrado consuelo en la pintura. Sus obras reflejan su estado emocional, con imágenes de caballos salvajes, pájaros en jaulas abiertas y un pequeño pez en un acuario con la palabra “horizonte” escrita debajo. «Esta embajada se ha convertido en una prisión», dijo.

Por su parte, Pedro Urruchurtu, asesor de relaciones internacionales de Machado, intenta mantener su rutina caminando 8.000 pasos diarios en el patio delantero. Sin embargo, admite que las tensiones y el aislamiento le han pasado factura. “Cada día es más difícil. No estamos aquí reunidos como si fuera una fiesta; “Cada uno afronta esta situación a su manera”, comentó.

Un contexto de persecución política

El grupo de opositores se refugió en la residencia argentina tras las elecciones presidenciales de julio, en las que el gobierno de Maduro fue declarado ganador. La oposición, encabezada por Edmundo González, publicó los resultados de la votación que, según dijeron, demostraban su victoria. Observadores independientes cuestionaron los resultados oficiales, pero Maduro mantiene el control y se prepara para iniciar un nuevo mandato el 10 de enero.

Desde las elecciones, la represión contra los opositores ha sido implacable. Miles de activistas fueron detenidos y el equipo de María Corina Machado fue acusado de actividades terroristas y traición a la patria. Aunque el gobierno venezolano niega que el dormitorio esté cerrado, también ha afirmado que los solicitantes de asilo «acabarán tras las rejas».

Fernando Martínez MottolaUno de los primeros seis solicitantes de asilo abandonó su apartamento el jueves pasado. Según un comunicado del fiscal general de Venezuela, Martínez acudió «voluntariamente» a testificar sobre las acusaciones en su contra y acordó cooperar con las autoridades. No está claro en qué condiciones abandonó el apartamento ni si otros solicitantes de asilo pueden seguir el mismo camino sin ser arrestados.

Aislamiento y resistencia

El aislamiento dentro de la residencia es completo. Sin electricidad constante y recursos limitados, los solicitantes de asilo pasan días monótonos que parecen interminables. “Es como si el tiempo se hubiera detenido”, dijo Urruchurtu, quien celebró su cumpleaños en octubre con una videollamada a su familia.

Claudia Macero, portavoz de Machado, admitió que muchas veces tiene problemas para dormir. “A veces me despierto y ni siquiera recuerdo qué día de la semana es porque todos sienten lo mismo”, dijo. Sin embargo, el grupo está tratando de mantener la esperanza trabajando de forma remota tanto como sea posible para el movimiento de oposición y apoyando a las familias de otros activistas encarcelados.

Un llamado internacional a la acción

El grupo ha pedido repetidamente la intervención de otros países y organizaciones internacionales para garantizar su seguridad. Aunque Argentina les concedió asilo en marzo, en las circunstancias actuales parece imposible salir de Venezuela sin ser arrestados.

Según el derecho internacional, los ciudadanos a los que se les concede asilo político deberían poder salir de su país de origen bajo custodia diplomática sin sufrir represalias. Sin embargo, en este caso la situación se ha complicado debido al control que ejerce el gobierno venezolano.

Magalli Meda expresó su frustración con las instituciones internacionales, a las que acusó de ineficaces. “Deberían hacer más para ayudarnos, pero al final son lentos y burocráticos”, afirmó.

Un futuro incierto

Mientras el grupo entra en su décimo mes de hospitalidad, el futuro sigue siendo incierto. La falta de electricidad, agua corriente y alimentos suficientes plantea dudas sobre cuánto tiempo podrán sobrevivir en estas condiciones.

Por la noche, los solicitantes de asilo se acuestan temprano porque en Caracas el atardecer no comienza hasta las 6 de la tarde y sin electricidad dependen de velas y linternas. A pesar de todo, intentan mantener el ánimo en alto. “Mantener una rutina es clave, como hemos aprendido durante la pandemia. Dividir el tiempo entre el trabajo y el juego es importante para no perder la cabeza”, afirmó Urruchurtu.

Para ellos, la residencia es ahora a la vez refugio y prisión. Sin embargo, su determinación de apegarse a sus ideales y luchar por una Venezuela libre no se ha debilitado. A medida que se acerca la Navidad, se enfrentan a la dura realidad de tener que pasar estas vacaciones separados de sus familias y en condiciones de aislamiento extremo.

El caso de los solicitantes de asilo en la residencia del embajador argentino refleja no sólo la crisis política en Venezuela, sino también los desafíos del asilo político en el contexto de la represión. Mientras esperan una solución, su historia es un recordatorio de la lucha constante por los derechos humanos y la libertad en medio de la adversidad.

Noticias de interés – Otros medios relacionados