EE. UU.: alarmante crisis de personas sin hogar impulsa debate presidencial

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La crisis de las personas sin hogar en Estados Unidos continúa escalando, alcanzando cifras históricas que superan los 770.000 afectados en 2024. A pesar de ser la mayor economía del mundo, con un Producto Interno Bruto cercano a los 30 billones de dólares, el país enfrenta dificultades persistentes para garantizar vivienda y asistencia a los ciudadanos más vulnerables. Este fenómeno ha generado un debate intenso sobre las medidas adoptadas por la administración del presidente Donald Trump, quien recientemente anunció políticas que incluyen el despliegue de la Guardia Nacional en Washington D.C., el refuerzo policial y la implementación de órdenes ejecutivas que buscan trasladar a las personas sin hogar fuera de las calles.

El mandatario estadounidense justificó las acciones señalando que buscan «liberar» la capital de lo que considera comportamientos desordenados de los sin techo y de la delincuencia. Sin embargo, las autoridades locales, encabezadas por la alcaldesa Muriel Bowser, calificaron estas medidas de «desconcertantes e improcedentes», destacando que los delitos violentos en la ciudad han descendido a niveles históricamente bajos en los últimos años, según datos de la Policía Metropolitana de Washington D.C.

Números sin precedentes y desarrollo continuo

El Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano (HUD) lleva a cabo un conteo anual de las personas sin hogar desde 2007, y el más reciente registro de enero de 2024 mostró 771.480 individuos viviendo en la calle, un incremento del 18% respecto al año anterior. El aumento se ha dado en todas las categorías poblacionales, con un crecimiento particularmente significativo del 40% entre familias con hijos, casi 150.000 menores que enfrentan la falta de un hogar.

En contraste, el número de veteranos sin hogar ha disminuido en un 8%, reflejando avances en programas específicos para exmilitares. Entre quienes no tienen acceso a albergues, la reducción fue aún mayor, del 11%, hasta sumar 13.851 personas.

El informe del HUD atribuye este crecimiento a varios factores, entre ellos la crisis nacional de la vivienda, el fin de las ayudas federales de la pandemia como las moratorias de desalojo y el Programa de Asistencia para Alquiler de Emergencia, así como la presión demográfica causada por la llegada de migrantes en busca de asilo. Las comunidades con mayor flujo migratorio han registrado un aumento de familias sin hogar más del doble que en el resto del país.

Razones estructurales de la crisis

Especialistas y organizaciones dedicadas a la erradicación de la falta de vivienda subrayan que la problemática es compleja, estructural y multifactorial. Entre los principales factores destacan la escasez de viviendas asequibles, la brecha creciente entre ingresos y costos de alquiler, el acceso limitado a la atención médica y servicios sociales, así como el racismo y la marginación sistémica.

Según la National Low Income Housing Coalition (NLIHC), un trabajador promedio con salario mínimo necesitaría trabajar 104 horas semanales para poder costear un apartamento de un dormitorio. En Estados Unidos hay una escasez estimada de 7,1 millones de viviendas de alquiler asequibles para personas de ingresos extremadamente bajos, equivalentes a solo 35 unidades disponibles por cada 100 hogares que califican.

Además, la ausencia de un sistema de salud pública universal empeora la situación. Tres de cada cuatro adultos se sienten inquietos por no poder asumir costos médicos imprevistos, y un 61% de aquellos sin seguro privado ha demorado obtenerlo debido al costo. Estas restricciones generan pérdida de vivienda, sobre todo entre personas mayores que se vuelven indigentes después de cumplir 50 años.

Nuevas políticas y debate

La orden ejecutiva del presidente Trump emitida en julio apunta a criminalizar la vagancia y el comportamiento desordenado, relacionando la mayoría de los casos con adicciones o problemas de salud mental. Esta directriz instruye a la fiscal general a revocar ciertos precedentes judiciales y a apoyar internamientos civiles para personas con enfermedades mentales que no puedan cuidar de sí mismas.

Expertos, como Margot Kushel de la Universidad de California, describen la acción como «demasiado simplificada y engañosa», mientras la Unión Estadounidense de Libertades Civiles (ACLU) alerta sobre peligros de monitoreo, invasión de privacidad y penalización de la pobreza.

Organizaciones de asistencia subrayan que la solución requiere políticas integrales que aborden las causas estructurales: acceso a vivienda asequible, fortalecimiento de servicios sociales y de salud, y medidas de inclusión que reduzcan la marginación. La criminalización de la falta de vivienda, según estos especialistas, no contribuye a crear comunidades más seguras y puede empeorar la situación de quienes ya enfrentan vulnerabilidad extrema.

Por Jaime B. Bruzual

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